08 septiembre 2010

Mis libros de estas vacaciones

Me he dado cuenta que este año no he hecho entrada contando los libros que me llevé para leer en las vacaciones (de las que ya ni me acuerdo):



  • Celtiberia show, un libro del gran Carandell con unos añitos, pero con el que todavía se echan unas risas.
  • Historias de Londres, de Enric González. Impresiones de un español viviendo en Londres. Lo he disfrutado mucho (excepto la parte del "júrgol").
  • Blade Runner (realmente se titula ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? pero a raíz de la película lo cambiaron) de P.K.Dick. Relectura que hago de vez en cuando; siempre encuentro algún detalle nuevo. Mejor que la (excelente) película.
  • El inimitable Jeeves y Tío Fred en primavera, de Wodehouse. Muy divertidos, pero si se leen seguidos, tanta flema británica resulta un poco pesada.
  • Universos paralelos, de Michio Kaku. Desde luego, aunque lo ponga en el título, el libro no es "para lelos". Yo he comprendido las explicaciones científicas de las primeras 3/4 partes del libro; después, me pierdo. De todas formas, es gran libro de divulgación científica.
  • Agonizar en Salamanca, de Luciano G. Egido. Narra los últimos días de Unamuno. El contenido es muy interesante, pero la forma es demasiado relamida para mi gusto. Aún así, me ha gustado mucho.
Y he dejado para el final el que más he disfrutado. Nadie acabará con los libros, un libro-conversación-entrevista en el que participan Umberto Eco, Jean-Claude Carriere y Jean-Philippe de Tonnac. Magníficas y acreditadas opiniones, experiencias e historias acerca de libros, bibliotecas, bibliófilos, librerías, editoriales, lectores, editores, autores..... etc.
También tratan de algunos otros temas cuando vienen al caso. Uno de los párrafos que me ha hecho reír, en el que habla Eco, es el siguiente:

En uno de mis libros hice una distinción entre el imbécil, el tonto y el estúpido. El tonto no nos interesa [...] su caso es simple. La imbecilidad, en cambio, es una cualidad social y por lo que me atañe también puede llamarse de otra forma, puesto que para algunos "estúpido" e "imbécil" es lo mismo. El imbécil es aquel que en un determinado momento dirá exactamente lo que no debe decir [...]. El estúpido, en cambio, es distinto; su déficit no es social, sino lógico. A primera vista parece que razona de forma correcta; es difícil darse cuenta enseguida de que no es así. Por eso es peligroso.

Le hace pensar a uno a cuantas personas conoce que encajan en alguna de las tres categorías. O cuantas veces alguien a quien creíamos conocer entra por mérito propio en una de ellas, o pasa de una a otra, u ocupa dos simultáneamente.

Y un poco después Eco enuncia la paradoja de Owen: "Todas las personas son imbéciles excepto usted y yo. Pero también usted, si le digo al verdad, ahora que lo pienso...."

Genial

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