03 octubre 2009

Gestión cultural

Leo en El País un artículo de Norberto Ibáñez, vocal del centro UNESCO-Valencia, analizando la situación de la gestión cultural pública en aquella comunidad.

Los males que denuncian les aquejan, parece que los han tomado de la organización de la feria del libro de Cáceres:

1- Dificultad financiera y teórica de poner en marcha, con absoluta independencia, proyectos originados en el seno de la sociedad civil.

2- Obligación de mantener una alianza con los órganos de poder gubernamental destinados a estas tareas.

3- Devaluación de la actividad planteada debido a los ajustes que recibe por parte de la Administración, que pondera criterios ideológicos frente a creativos.

4- En la mayoría de las ocasiones, las instituciones públicas imponen la integración de cargos públicos en estos proyectos para legitimar así su gestión política.

5- Las entidades que, sin ánimo de lucro, organizan programas sociales para apoyar iniciativas culturales independientes están controladas también por los gobernantes.

6- Desgraciadamente, los interlocutores públicos designados para gestionar la cultura, salvo pocas excepciones, son profesionales sin vocación, con una cualificación y un rendimiento muy por debajo de lo exigido. Toman decisiones en base a la lealtad política (ocupan puestos de trabajo por nepotismo u oportunismo y no por meritocracia) en lugar de calibrar objetivamente el interés social que se desprende de los proyectos que analizan.


Aquí es muy fácil poner nombre a las organizaciones y entidades (IFECA, Caja Extremadura....), a los interlocutores públicos (Responsable del Plan de Fomento de la Lectura), y yendo más allá, a los representantes sectoriales (representante de los libreros-hijo, Federación empresarial cacereña). TODOS ellos tienen vínculos muy estrechos con el poder.

Ya se sabe, con personas mediocres es muy difícil desarrollar un proyecto en condiciones.

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