13 enero 2011

Antirrobo de libros

Como siempre, la revista Trama&Texturas (que les recomiendo vivamente si les interesa el mundo del libro) me enseña, divierte, descubre, sorprende, forma, dirige y sobre todo, hace reflexionar.


De este número 13, de momento hay un artículo que me ha encantado, y que me ha hecho salir de la cama donde estaba leyendo para hacer esta entrada de blog. Es el titulado "Bibliotecas propias y ajenas" y está firmado por Adolfo Castañón.

Un fragmento:

Otra causa para tener libros repetidos es de índole filantrópica. A veces me he encontrado en librerías de viejo y puestos de libros usados ejemplares de libros escritos por maestros o amigos, digamos de un libro de.... dedicado a .... , quien es también mi amiga.
Tengo así algunos ejemplares duplicados que voy administrando y que guardo para la ocasión en que el dedicatorio o el dedicante autor me inviten a su casa. Llego entonces con el libro escondido bajo el saco y lo deslizo sin que nadie se dé cuenta en alguna estantería de la casa del amigo regalado o regalador. Esto me lleva a recordar otra práctica que acostumbro con los libros. Me refiero a la institución benévola y divertida del antirrobo. Consiste en llevar un libro desde la propia casa hasta la librería. Una vez ahí, se identifica el sitio en que debería estar dicho ejemplar y, sin que nadie se dé cuenta, se pone en la estantería.

Les quiero ver a todos siguiendo su ejemplo.

3 comentarios:

Fórcola dijo...

Tomás, a mí también me ha gustado mucho este fragmento del artículo de Castañón, y solo a otro loco como a mí se le puede ocurrir rescatar de un contenedor de papel algún libro abandonado (por ejemplo, una gramática de griego clásico de los años '60)y ocultarlo (poniéndole precio con un lápiz) entre los cajones de ofertas de una feria del libro antiguo y de ocasión de un conocido paseo de Madrid, una primavera cualquiera.
Gracias por la difusión y un abrazo fuerte.

Martín dijo...

¡Anda, mira tú por donde!
Precioso artículo. Sobre todo porque me hace ver que no soy el único chalado. Yo lo hice en su momento con cintas de casette antiguas en puestos de venta de mercadillos.Me daba pena tirarlas y pense que así le aprovecharía a alguien, visto que mi entorno no las quería. Pense en hacerlo con algún libro, pero me dío miedo de que me viesen y pensasen que me lo estaba llevando (suelen abultar más que las cintas y la cosa es menos discreta).
Por cierto, una maldad. De esos libros "colados" en una libreria, cuando alguien los quiere comprar y el librero ve que nos son suyos y no tiene ni idea de que hace allí ¿como lo resuelve? ¿se lo vende sin más (y a que precio) o lo regala? ¿O le dice que no está en venta y se vuelve loco repasando albaranes a ver de donde ha salido eso?

Tomás Libros y café dijo...

Gracias a los dos por vuestros comentarios.

Otro día hablaremos de los geniales aforismos. Yo ya he usado alguno.