Me ha gustado mucho este artículo en El País de Manuel Rodríguez Rivero.
La percepción y el análisis que hace del estado de las librerías en Londres me parece acertadísimo. Y ya podemos ponernos las pilas, que lo que allí es, aquí lo será pronto. Me parece que el modelo actual que sigue CEGAL (el gremio nacional de libreros) es demasiado flojo como para hacer presión en ningún sentido, así que tiemblo ante lo que se nos puede avecinar a no ser que las grandes editoriales españolas vean que el sistema británico no les favorece lo suficiente.
Y una curiosidad: el disco de la Velvet del que habla me lo he comprado la semana pasada EN VINILO en una nueva tienda (que les recomiendo) que acaba de abrir en Cáceres.
En el peor de los casos, si el proyecto es lo suficientemente ambicioso, las instituciones exigirán formar parte de la organización, y será vd afortunado si las personas designadas tiene algo que ver con la cultura: normalmente se valoran las lealtades políticas más que la profesionalidad.
Si ha decidido no vender tan barato su proyecto, puede pensar en dirigirse a otros organismos privados o semiprivados que suelen apoyar la cultura. Craso error: estos organismos suelen estar contaminados políticamente, por lo que las condiciones para recibir apoyo serán las mismas.
También puede buscar un colaborador que esté en gracia con el poder: hay bastantes, y tienen la ventaja de tener fácil acceso al apoyo público por los servicios prestados. Eso sí, también tendrá que sacrificar su independencia.
Esto no sólo se da aquí. Es un funcionamiento habitual en toda España, que hace que los proyectos culturales sufran una (auto)censura dulcificada, ante la que los neocon, pescadores a rio revuelto, reclaman la desaparición de ministerios, consejerías y concejalías de cultura.
Y para terminar, recordarles que la semana próxima empieza la feria del libro de Cáceres.