Estoy muy cabreado. Me molesta mucho que cuando estoy leyendo un libro y tengo hecha mi imagen mental de la escena, de repente aparezca un elemento que chirríe y me saque de la lectura.
Me ha pasado con La rubia de ojos negros, de Benjamin Black. Está uno disfrutando de una escena ambientada a principios de los años 50 en Los Ángeles, cuando de repente aparece un punki. Si señores, como lo leen, un punki.
Se ve que a la traductora (Nuria Barrios) no le ha dado por mirar las acepciones de la palabra inglesa, y ha traducido literalmente. Pues la ha cagado ... pero mucho.
Por lo demás, la novela es estupenda y recomiendo su lectura, a ser posible en versión original.